Objetivo: sacarme la espina o que me apuñalen con ella
En el último tiempo me he estado preguntando qué hacer con mi vida hasta las lágrimas. No estaba preparada para el “momento bisagra". “Momento mirar al abismo que se abre a mis pies”. Busco dentro de mí respuestas pero si miro dentro de mí no encuentro a nadie.
Hace dos años hacía teatro, pero la persona que está aquí sentada es muy diferente. Quizás las cosas que me gusta hacer son diferentes. Seguramente las cosas que puedo hacer son diferentes.
En cada aclaración acerca del futuro cercano les digo a mis amigas que tendré que buscarme algún trabajo y sacarme la espina del teatro. Como mínimo le debo eso a esa chica que era yo hasta hace dos años. Sacarme la espina. Me gusta haberlo formulado así, casi sin pensar. Al fin y al cabo, la voluntad de formarme para dedicarme profesionalmente al teatro se ha convertido en un recuerdo que tengo clavado, y que pincha. Quizás me engañe, incluso quizás la chica que quería eso se engañara, pero la espina permanece. Y me temo que siempre estará ahí. Comprendo que esto le ha pasado a muchísimas personas, que lo que cambia es la magnitud de la espina, que para algunos más bien es un puñal, o una astilla.
Lo peor es lo que puede ocurrir cuando me saque la espina. Que eso empiece a sangrar. Ostias, está todo lleno de sangre. Cogen la espina, me la vuelven a clavar, me la retuercen dentro. No valgo para esto y he puesto el escenario perdido de sangre.
O quizás no pase nada. No tiene por qué pasar nada. No es ningún drama. De todo hago un drama.
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Dibujo de Lorca |
Besito, haces genial
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